17 nov 2011

Capitulo XV: El apagón

El espesor de la noche se hacía presente y todo comenzaba a tener un sabor extraño. Ágata estaba sumergida en la cocina armando una nueva receta cuando de pronto un apagón de luz la obligó a dejar la tarea. Sorprendida miró a su alrededor y confirmó que el corte era en el barrio entero. Debe ser la tensión de los aires acondicionados, pensó mientras intentaba no ponerse nerviosa, no le gustaba la idea de pasar la noche sola y a oscuras. Enjuagó sus manos y salió al balcón a fumarse un cigarrillo. Era especial el cuadro que se iba armando frente a sus ojos. Los edificios eran gigantes sombras negras dispares en su tamaño que se iban iluminando gradualmente a medida que se encendía alguna que otra ventana perdida. El resplandor naranja de las velas formaba rectángulos aislados y centelleantes como un lienzo en movimiento. Toda aquella poesía desapareció con la segunda pitada de su cigarrillo. Volvió la energía acompañada de la estridente música del vecino de arriba, la licuadora esperaba en la cocina dando tumbos hacia todos lados y la televisión hablaba autómata de un choque automovilístico en el barrio de Flores. Volvió a su tarea gastronómica de armar buñuelos con los restos de acelga y arroz como le había enseñado alguna vez su abuela pero otro acontecimiento interrumpió su labor. El timbre sonó dos veces en su departamento. No esperaba a nadie y esto la alarmó. Se aceró silenciosamente a la puerta y miró a través de la mirilla. Dos hombres grandes esperaban del otro lado.
Ágata: Quién es?
Hombre: Policía Federal
Ágata se quedó en silencio. Cada vez más asombrada y temblorosa. No confiaba en la policía desde que vio como desbalijaban el departamento de un vecino en su ausencia, con la excusa de que era sospechoso de no se sabe bien que causa, que luego derivó en un error administrativo.
Ágata: Si…? Y que necesita…?
Hombre: Buenas noches señora, el encargado nos dejó subir porque estaba la luz cortada. Este es el departamento de Patricia Fraga?
Ágata: No. Es al lado.
Hombre: Pero no contesta nadie. Usted no sabe si la Sra. Fraga salió? Hace mucho que no la ve?
Ágata: No, no sé nada.       
Hombre: Disculpe que la moleste, si quiere ver la credencial (le muestra la credencial por la mirilla)… Necesitaría hacerle unas preguntas… Tenemos una denuncia de desaparición, usted comprenderá…
Ágata: Es que no se nada, apenas la conozco de vista a la señora, además yo no estoy nunca en casa, hoy m encuentra de casualidad.
Hombre: Entiendo… en todo caso, si sabe algo de la señora… colabore llamándonos a este número (pasa una tarjeta por debajo de la puerta) la familia está muy preocupada.
Ágata: Bueno. Lo tengo en cuenta si se de algo…
Ágata baja la mirilla de un golpe y respira. Todo es cada vez más extraño. Se agacha para tomar la tarjeta, la observa. Una tarjeta sencilla en papel blanco, al centro dice Agente Ramírez y un teléfono, tiene el escudo de la policía grabado a la derecha. Vuelve a sonar la puerta, pero esta vez son dos golpecitos silenciosos. Ágata se acerca a la mirilla. Es su vecina Patricia Fraga que mira hacia todos los costados. Ágata lo duda por un segundo, guarda la tarjeta en el bolsillo  y abre la puerta de un tirón haciéndole señas de que pase rápido.
Patricia tiene los ojos rojos como de haber estado llorando un buen rato. Ágata la abraza en silencio y la invita a sentarse en el único sillón de su casa.



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